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Entra en un trance mental con «Flow State» el debut de Tash Sultana

Ha sido una semana muy larga para muchas personas incluyéndome, pero no por eso quiero mezclar una situación social con mi quehacer semanal en este medio digital, por esta razón y como cada viernes les presento un nuevo disco aquí en La CarteleraMX, en esta ocasión hablaremos del disco debut de la joven promesa Tash Sultana: “Flow State”.

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Para quienes no la conozcan, Tash Sultana es una cantautora australiana nacida en la ciudad de Melbourne. Desde muy temprana edad comenzó a tener afinidad con la música, encontrando en la guitarra una eterna amiga en donde encontrar apoyo y con la cual construiría una carrera en la industria musical.

Conforme pasaban los años, ella desarrolló una habilidad para tocar una enorme cantidad de instrumentos, la vida parecía pintar bien hasta que a los 17 años padeció un trastorno psicológico causado por su fuerte adicción a las drogas, tras someterse a rehabilitación logró vencerlo y decidió retomar su amor a la música.

Al frente de bandas locales o en paradas de camión, sea el escenario que sea el talento que emanaba de su persona era más que evidente, es así como después de la disolución de Mindpilot, Tash buscaría oportunidades por cuenta propia. Tras la popularización de las plataformas digitales la fortuna le sonreiría, sitios como Bandcamp y Youtube lanzarían a la fama a la intérprete.

Es así como en septiembre del 2016 lanzó su primer EP: “Notion”, un trabajo que fue recibido muy bien por la crítica, de él se desprenden temas como “Jungle” y “Notion”, esta producción le permitió recorrer muchos escenarios del mundo donde sin duda se le consideraba la joven promesa en la música actual. Entre las presentaciones que ocuparon todo el 2017 surgieron espacios ocupados perfectamente por la artista y en los cuales comenzó la grabación del álbum que hablaremos hoy.

Ahora sí, comencemos a hablar de un trabajo que no esperaba su llegada pero después de haberlo escuchado casi podría nombrarlo como uno de los mejores en lo que va del año dentro de la música global.

“Flow State”, el disco debut de la artista, un trabajo que dura una hora con un minuto exactamente. Son 13 temas, producidos y grabados por el sello propio de Sultana Lonely Lands Records pero distribuido por Sony Music Australia y por Mom + Pop Music.

Antes de que este material fuera lanzado el 31 de agosto pasado tuvimos la oportunidad de conocer tres sencillos que alimentaron la emoción de todos los seguidores y generaron mucha expectativa para aquellos quienes escucharon “Salvation”, “Harvest Love” y “Free Mind”.

Para empezar, como siempre, me gustaría introducir un poco al significado del disco o en otras palabras a qué concepto está obedeciendo, quiero mencionar que la traducción literal sería algo similar a “estado de flujo” pero en una entrevista Tash Sultana cuenta que hace referencia a un estado más profundo de la mente humana que es alcanzado cuando haces algo que realmente te apasiona.  Ahora que aclaré esto hablemos un poco sobre las canciones.

Lo mencioné al final de la nota anterior, realmente entré en un campo desconocido al decidir hablar de este trabajo pero que agradable sorpresa me encontré aquí. La verdad no puedo decir mucho del contenido lírico de todo el disco pues desconozco el significado aún después de haberlo escuchado más de 5 veces.

Pero algo que sí puedo decir es que musicalmente es una composición espectacular. Solos de guitarra por doquier, sonidos que invitan a un viaje psicodélico en cuanto aparecen, música lenta incluso a veces con riffs de reggae, tintes de ritmos muy new wave, en fin una cantidad de características provenientes del talento de esta mujer hacen que quede cautivado hasta el último momento.

El disco es potente de inicio a fin, desde “Seed”, “Big Smoke”  o “Cigarettes”, ya hay un uso magistral de la guitarra en armonía con los demás instrumentos de fondo, claramente hay una estrella y esa es la mejor amiga que les mencioné al inicio de la presente nota junto a la dulce voz de Tash.

A la mitad podemos encontrar, a mi parecer dos canciones que hacen el momento más melódico, suave y tranquilo, esto gracias a “Pink Moon” y “Mellow Mermalade”. También hay dos nuevas versiones de temas ya escuchados previamente en presentaciones en vivo pero nunca con una versión de estudio: “Mystik” y “Murder My Mind”.

Hacía el final hay una pieza que merece la mención honorífica por la duración y por dar una muestra de todos los elementos del disco en un mismo lugar y con nueve minutos de duración: “Blackbird”. Finalmente hay un tema que sirve de clausura a todo este compilado.

Les prometo que no era mi intención hacer tan cortante esta reseña, pero vaya que me ha costado trabajar con este disco, ni siquiera sabría cómo explicarlo a la perfección aun habiéndolo repetido tantas veces, en verdad si no me creen los invito a escucharlo de inicio a fin, tal vez sea algo difícil pero nunca se arrepentirán.

Reuniendo todas las piezas que tanto trabajo me ha costado reunir me permitiré hacer una conclusión más o menos digna. Evidentemente con el título del disco y las canciones en conjunto con su pasado, me imagino que el álbum en su totalidad es un viaje interno a lo más recóndito de la mente australiana de la cantautora. Una producción que no hecha específicamente para los seguidores más bien suena como un mantra personal que no cabía más y debía ver la luz tarde o temprano, no estoy 100% seguro de lo que acabo de escribir pero espero que mi interpretación no sea tan errada.

Pues queridos lectores, por favor tomen en serio esta recomendación semanal y corran al enlace que les compartimos más abajo del disco completo vía Spotify. Escúchenlo y saquen sus propias conclusiones, tal vez les encante como a mí pero no lo entiendan, algunos entenderán a la primera y se reirán u otras simplemente les dará igual pero para saber eso primero debes reproducirlo.

No los interrumpo más, hasta aquí la reseña de esta semana. Nos leemos el próximo viernes con un nuevo trabajo que estoy próximo a elegir (aún no sé cuál). Los malos ratos siempre serán mejor con música.

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Luiska Romero
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