Conoce a Lázaro Cristóbal comala, Folk y western con un toque de realismo mágico para el corazón

Escuche a Lázaro Cristobal Comala por la tercera palabra de su seudónimo; el significado de “comala” me trajo a la memoria sensaciones que solo suelen ser encontradas en el arte; como los laberintos dentro de nosotros mismos, lo absurdo de la felicidad y encontrar la felicidad en cosas absurdas, extrañar algo que no se tuvo y la melancolía de los lugares que dejamos y ya no volveremos.
¿Quién es Lázaro Cristóbal Comala?
«Más que un seudónimo, Lázaro Cristóbal Comala es un heterónimo. Somos personalidades muy distintas. Somos dos personas cohabitando e intentando dominar o establecer su rutina y gustos en el otro.
Cuando yo gano me la paso trabajando, no salgo, no veo a amigos, como, leo, veo la tele; estoy tranquilo y estable; no agarro la guitarra en semanas, subo de peso.
Cuando él gana me vuelvo inestable: no como, me peleo con mi chava, me gasto mi quincena en el Belmont, me desvelo, compongo, uso el dinero que estaba ahorrando y pago el estudio para grabar, acepto ir a tocar a otros lados, saco un disco. Generalmente mi año se divide en esas dos personas. Y hay otras veces en las que pienso que no soy ninguna de esas dos personas (Daniel y Lázaro), sino una tercera persona que las ve pelear. Mi intención es descubrir a esa tercera, y después saber cuál de las tres soy; o si de plano no soy ninguna».
Lázaro nació en 2013. Tengo 29 años, y desde los 15 he estado más involucrado en la literatura que en la música. Escribí un par de libros, me fui a Guanajuato a estudiar Letras Españolas pero tuve que abandonar por falta de dinero. Regresé a Durango, me puse a trabajar, perdí el trabajo, me iban a meter a la cárcel, me deprimí y me escondí en mi cuarto por un mes.
De ahí salió el primer disco. Lázaro se hizo no por una necesidad de crear música (porque en realidad nunca fue mi intención: nunca estuve en una banda ni nada, apenas tocaba la guitarra); más bien fue por una necesidad de sobrevivir entonces. Hacía canciones para no aplastarme la cabeza contra la pared.
Muchas de las sensaciones que encontré en la obra de Rulfo, a la postre, las encontré también en la música de Lázaro, no por las referencias implícitas a pedro páramo, o a ideas en concreto expresadas en la novela, sino por las sensaciones que evocaban las primeras canciones que escuché de él; como los recuerdos del corazón, el querer tirar todo por la borda, las desfortuna en el amor, con los amigos, con la vida.
¿Cuándo y cómo nace tu interés por la música?
Cuando tenía 11 años. Mis papás eran protestantes y me gustaba ver a los músicos de la iglesia (ese tipo de cristianismo acostumbra a usar más el rock para sus alabanzas). Mi papá trabajaba en la disquera de Marcos Witt, que es un tipo de Luis Miguel de los cristianos. Entonces toda mi niñez la pasé en el estudio, viéndolos grabar; mis vacaciones las pasaba en el Palacio de los Deportes, donde cada año se hacían los congresos de música.
Mi papá manejaba también una enorme camioneta para transportar el sonido y se iba de gira. Prácticamente viví rodeado de discos, música y de músicos, aunque nadie de mi familia era músico.
A los 11 yo quería un bajo eléctrico, pero mi papá me compró una guitarra eléctrica, una que le vendió un músico de Marcos Witt. Aprendí al revés. Primero le di a la eléctrica y a los solos y terminó por aburrirme. Me la robaron y abandoné la música por completo. Me dediqué a leer y a escribir, y muchos años después un primo me prestaba una vieja guitarra de caja. Con ella compuse todo mi primer disco.
En el Folk de Lázaro Cristobal Comala hayamos odas a eso vejo de melancolía que encontramos en diversos aspectos que están presentes en la vida cotidiana, como la esperanza, las personas, las relaciones, temas que logran ser expresados con brillantez en sus letras.
Durango no es precisamente el primer lugar que se te viene a la mente cuando piensas en una cuna de músicos ¿Qué tanto apoyo hay a la escena musical allá?
Como todo chavo, al principio me quejaba por el gobierno, por la cultura, por la falta de apoyo, por la falta de interés, por las bandas, porque todo era punk, porque acá no viene nadie, como dice Jaime López; pero conforme me hago más viejo y más gordo, entendí que la cosa no es que no haya escena, sino que tú la hagas la escena; que no es que nadie venga, sino que sepas que ya está todo aquí, y sobre todo que no necesitas apoyo de nadie para hacer lo que te anda saltando dentro.
No importa que seas de Durango o de Ciudad de México; si vas a hacer algo lo vas a hacer donde sea, y si vas a valer madres, vas a valer madres donde sea.
En cuanto a la escena, he tenido la fortuna de hacer algo con los dos músicos que más admiro de Durango, y que, para mí, son los únicos que nos quedan: Pedro de la Garza y Los Cardencheros de Sapioriz. Claro que hay más; pero para mí, cuando ellos se vayan, Durango se va a quedar muy solo.
El pasado de los lugares donde nace un músico o artista en general, tienen una presencia en su obra, esto es inexplicable ante la lógica, pero quien ha vivido la más pura e íntima comunicación entre artista y público sabe que esto es verdad, y quien ha escuchado a Lázaro, puede, aunque sea de forma fugaz, estar en un western filmado hace muchos años en la ciudad de Durango, se ha enfrentado a sí mismo o, se ha dicho que no le da la gana ser feliz.
Como a muchos músicos les sucede, la fortuna y la ingenuidad ayudaron a Lázaro a hacer colaboraciones y a lograr mayor difusión a su música.
Tienes canciones con artistas como Axel Catalán y Todd Clouser; ¿cómo se dieron estas colaboraciones?
Cuando yo había sacado mi primer disco, alguien llamado Todd Clouser me mandó un mensaje. Me dijo que le gustaba mi música y que debíamos hacer algo juntos. Yo, tontamente, como no lo conocía, le respondí: “sí, hay que hacerlo; ¿tú también eres músico?”. No sabía la clase de persona que me estaba preguntando eso: de los mejores músicos que he visto en mi vida, y a uno de los que más admiro. Además, tuve la oportunidad también de conocer a Aarón Cruz. Tocar en la casa de Aarón y hacer todo un disco con Todd e irme de gira con él es de esas cosas que uno jamás se imagina que le pueden pasar.
De Axel admiro su forma de escribir y cantar. Nos conocimos en Morelia cuando Negro, otro músico que respeto, me invitó a tocar. Luego yo invité a los dos a Durango, pero solo Axel pudo; estando aquí grabó la voz para mi canción, pero no es la única colaboración para este nuevo disco. Habrá una con Negro y otra con Belafonte. Y más.
Lázaro Cristobal Comala cuenta con cinco discos de estudio, “Lázaro Cristobal Comala” 2014; “Los Claros”, del 2015, “América Grande”, con Todd Clouser, en el 2015, “Zaguán”, de cantos cardenche en el 2016; y el quinto será “Canciones del ancla”, en el que está trabajando actualamente.
¿Cómo fue el proceso creativo de canciones del ancla?
“Canciones del ancla” se diferencia de los demás porque estoy en la etapa más estable de mi vida. Estoy más panzón, bebo menos y tiendo a no enfermarme tanto. Quizá eso se reflejará en las letras que intento hacer. La otra diferencia con “Canciones del ancla” es que es mi trabajo más ambicioso, ya que es un disco doble de 22 canciones.
¿Cómo influye la novela de Rulfo en tu música?
Era importante para mí que los tres nombres del proyecto tuvieran una relación con la orfandad, que era el aspecto que más me hacía mella entonces. Lázaro Cristóbal Comala viene de dos obras: “A boy named Sue”, obra norteamericana de la orfandad por excelencia, y “Pedro Páramo” obra mexicana de la orfandad también por excelencia. Estas dos abarcan también los géneros folk y country, al igual están muy arraigados en Durango, sobre todo por su relación con el cine de John Wayne.
Traduje al español la canción “A boy named Sue” (que se incluye en este nuevo disco), y en una parte dice “Bill o George”, pero para el ritmo al español quedaba mejor “Lázaro o Cristóbal”. Además, Lázaro viene del Lázarillo de Tormes, otra obra sobre la orfandad; y Comala por Juan Rulfo. Así que el proyecto es el resultado de haber fusionado eso.
¿Hacia dónde va Lázaro Cristóbal Comala?
No tengo la intención de que vaya a ningún lado. Mi única intención es seguir componiendo, seguir grabando y seguir publicando. Eso es lo único que me interesa. Y espero poder seguirlo haciendo.
No me gusta viajar ni tocar ni hacer giras ni vivir de la música. Lo que intento decir es que me interesa sólo la canción, no todo el negocio o la vida que se hace con la canción.
Me veo trabajando en 10 años, en una casa un poco más grande, con patio, con hijos, con plantas, con un cuartito con llave para grabar mis maquetas. Soy muy suburbano. Tengo una nueva canción que se llama “No tengo los sueños de Dylan sino los de Sixto Rodríguez”. Por ahí va lo que quiero con Lázaro.
¿Quiénes son tus héroes?
Atahualpa Yupanqui, Jeannette, Leonard Cohen, Roberto Carlos, Roy Orbison, Nacho Vegas, Tom Waits, Nick Cave, Sixto Rodríguez, Micah P. Hinson, Moby, Bob Dylan, Leonardo Favio, Johnny Cash. Un chingo más, Pero estos son los que más frecuento.
Lázaro Cristobal Comala es, sin intentar serlo, uno de esos músicos que con sinceridad hacen uso de una fórmula que no es muy utilizada por la industria musical: una guitarra, ingenio, un poco de realismo mágico y mucho corazón.