
En 2005, desde Guadalajara, Jalisco, apareció un disco que cambió el rumbo de una generación: Arde en mí. Era emo, sí, pero con un ADN propio: canciones en español, guitarras cargadas de melancolía y un grito visceral que conectaba tanto en un cuarto pequeño como en un festival masivo.
Hoy, veinte años después, Thermo decidió volver a grabar ese álbum. No por nostalgia, sino porque el original quedó atrapado en manos de una disquera que les impide subirlo a plataformas o generar ingresos con él. La jugada no fue un capricho: fue una protesta.
“Para nosotros regrabar no es un tema de negocio, es un acto de resistencia”, dice José Meyer Ibarra, vocalista de la banda. “La música no puede estar secuestrada. Al final, las canciones ya no nos pertenecen, son de la gente. Ellos las hicieron suyas hace veinte años, y lo mínimo era devolvérselas”.
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La vigencia de un género que no murió
Mientras afuera se repite la frase de que el emo está muerto, Thermo la contradice con hechos. “El año pasado tocamos en el Pepsi Center junto a Insite. Fueron casi 4 mil personas gritando cada palabra. ¿Eso suena muerto? No, suena más vivo que nunca”, asegura Meyer.
El regreso a giras y festivales confirmó lo mismo: la escena no desapareció, solo maduró junto con su público. “Tocar en Querétaro, Tijuana, Ciudad de México… en cada lugar hay gente con esa misma hambre de hace años. No es solo nostalgia, es una conexión real. Eso nos da alivio, porque después de dos décadas se siente bien saber que todavía hay espacio para nuestra música”.
Thermo: Una banda, una familia
Con veinte años encima, Thermo ya no funciona como un simple grupo de músicos. “Esto es una familia”, confiesa Meyer. “Y como en cualquier familia, hay días buenos y malos. Hemos discutido, hemos chocado, pero también hemos aprendido a cuidarnos. Lo que ves en el escenario no es solo una banda, es una historia compartida”.
Ese lazo, dice, es lo que los ha mantenido firmes frente al desgaste del tiempo. “Se siente bien seguir aquí. A veces volteas y piensas: no todos los grupos de nuestra generación lo lograron. Nosotros sí, y eso nos da orgullo”.
El peso de haber sido emo en México
Hablar de Thermo también es hablar de un capítulo oscuro en la cultura juvenil mexicana: los años en que ser emo era motivo de burla, persecución e incluso violencia. “Hoy se recuerda como meme, pero fue algo muy duro”, dice Meyer con seriedad. “Hubo chavitos golpeados solo por vestirse de negro, pintarse los ojos o usar skinny jeans. En León mataron a un joven de 17 años porque convocaban a golpear emos. Detrás de todo eso había un trasfondo homofóbico clarísimo”.
Para él, lo que en su momento fue motivo de ataque, hoy se convierte en una victoria cultural: “Fuimos una generación valiente. No nos dio miedo hablar de emociones, mostrarnos vulnerables, decir que teníamos miedo o tristeza. Eso en el rock era casi un pecado. Y mira ahora: el mundo habla de salud mental y de lo importante que es expresar lo que sientes. Nosotros lo dijimos hace veinte años”.
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El rompecabezas completo y La música como postura política
Cuando entraron al estudio para regrabar Arde en mí, Meyer tuvo un déjà vu: “Me sentí de nuevo con 17 años. Cada pieza encajó como si fuera la última parte del rompecabezas. Fue volver a esa primera chispa, pero con toda la experiencia que te da el tiempo. Como un segundo nacimiento”.
Más allá de la emoción de reencontrarse con su pasado, Thermo tiene claro que la música es también un acto político. “La industria siempre gana, nunca pierde. Para ellos somos números. Pero detrás de cada canción hay historias, personas, emociones. Que esas canciones no estuvieran disponibles era inaceptable. Regrabarlas fue decir: aquí estamos, y esto es nuestro”.
Meyer no rehúye a la responsabilidad social: “Yo no creo en quedarme callado para evitar problemas. Posicionarse trae consecuencias, claro, pero alguien tiene que hacerlo. Si para la industria solo somos un número, ¿qué más da? Prefiero hablar de lo que importa”.
A veinte años de su debut, Thermo sigue encendido. No solo por las canciones que marcaron a una generación, sino porque aprendieron a sobrevivir como familia, a abrazar la vulnerabilidad como bandera y a desafiar un sistema que intentó borrarlos.
“Se siente bien seguir aquí después de tanto tiempo”, dice Meyer al final de la charla. “Y lo mejor es que seguimos juntos, como familia. Con días buenos y días malos, pero siempre con fuego”.
Thermo se presentará el próximo 4 de octubre en el Auditorio BB, aun quedan algunos boletos disponibles a través de Boletia, no esperes más y recuerda tu época emo, nos vemos en el show.