
The Last Dinner Party arrasó con un Lunario del Auditorio Nacional que funcionó como un estándar para el éxito del presente y de todo el futuro que le deparaba a las británicas.
Déjame platicarte de una noche que, sin duda, quedará marcada en la historia de los conciertos en la CDMX. El pasado martes, el Lunario del Auditorio Nacional se vistió de gala para recibir a The Last Dinner Party en lo que fue una parada explosiva de su ‘North America Tour’.
Valgur, con su performance hipnótico, abrió la noche creando el ambiente perfecto para lo que sería una experiencia inolvidable. El talento local demostró, una vez más, que tiene mucho que ofrecer y que el escenario del Lunario es cuna de momentos que trascienden.
The Last Dinner Party, decidió hacer de la CDMX su casa por 55 minutos que, a decir verdad, se nos hicieron cortos. Arrancaron con ‘Burn Alive’, y desde ese primer acorde, sabías que ibas a ser parte de algo grande.
Y qué decir de la lista de canciones… ‘Caesar On A TV Screen’, ‘The Feminine Urge’, y cómo olvidar ‘Beautiful Boy’, donde Abigail Morris, nuestra heroína de la noche, nos regaló un momento de pura vulnerabilidad. Las lágrimas de cocodrilo que derramó al escuchar a todos corear esa canción, nos dejó claro: esta conexión es real.
A manera de reciprocidad con tanto cariño, el regalo de la noche fue ‘Big Dog’, una canción inédita que decidieron estrenar como agradecimiento a la calidez de sus fans mexicanos.
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Pero si hay algo que destacar, fue la calidad de la actuación. Las chicas de The Last Dinner Party mostraron una conexión y entrega en escena que pocas veces se ve.
Abigail Morris, con su energía incontenible, se robó el show; bailando, cantando y, sobre todo, creando un vínculo inquebrantable con cada persona en el lugar. No hubo un solo alma que no sintiera que estaba siendo parte de algo único, algo especial.
El Lunario se convirtió en ese lugar donde desconocidos se vuelven camaradas al primer acorde. La efusividad y alegría del público eran el claro ejemplo de cómo la música puede unir a la gente. Y vaya que The Last Dinner Party supo cómo alimentar esa conexión.
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The Last Dinner Party demostró que no solo tienen el talento, sino también el corazón para conectar con sus fans en un nivel profundamente personal. Para aquellos afortunados que estuvieron allí, sin duda, fue una experiencia que atesorarán por siempre.
Y para aquellos que no, les digo: mantengan los ojos abiertos, porque esta banda está en camino de convertirse en un referente.