La agrupación neoyorkina The Drums se presentó este miércoles ante el público mexicano en el Pabellón Oeste del Palacio de los Deportes, y presentar los temas de su reciente producción discográfica ‘Jonny’, así como sus grandes éxitos.
Un Arsenal De Emociones
En una noche donde la nostalgia y el presente se entrelazaron con melodías emblemáticas, The Drums regresó al corazón vibrante de la Ciudad de México, desplegando un arsenal de emociones que resonaron en cada rincón del Pabellón Oeste del Palacio de los Deportes el pasado 18 de octubre.
Los primeros acordes vinieron de la mano de Valgur, una innovadora banda oaxaqueña que, con voz y caja de sonidos, nos sumergió en un preludio etéreo, preparando el terreno para el estruendo emocional que se avecinaba.
Desde el primer momento, la banda liderada por Jonny Pierce entregó una actuación de dos horas impecable y meticulosamente orquestada. No fue solo un concierto, sino una vivencia compartida, en la que cada canción, desde ‘Are U Fucked’ hasta el emotivo encore con ‘I Want It All’, se convirtió en un himno celebrado por todos los presentes.
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Un Espíritu Indomable
Aunque el recinto no presumía un ‘sold out’, la energía era indiscutiblemente palpable. El público, entregado a la causa de la música, no solo llenó el espacio con sus voces, sino también con un espíritu indomable que celebró cada nueva canción como si fuera un clásico consolidado.
Era evidente: The Drums y México tienen un idilio indestructible. Con una chamarra que llevaba su nombre, Jonny no necesitó de grandes discursos para conectar con su audiencia.
Sus movimientos, su energía contagiosa y su vulnerabilidad hicieron eco en cada alma presente. Y cuando decidió hablar, sus palabras solo cimentaron el profundo vínculo con sus fans, proclamando que sin la Ciudad de México, The Drums simplemente ‘No existiría’.
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Lejos de depender de artificios visuales, el espectáculo brilló por su simplicidad. Con solo un banner proclamando su nombre, The Drums hizo que la noche girara en torno a lo más importante: la música cruda y la ejecución apasionada de la banda.
Es incuestionable que The Drums guarda un cariño especial por el público mexicano, y esa noche, esa adoración fue recíproca. Se palpaba en el aire que, aunque la banda visita frecuentemente, su presencia siempre es un acontecimiento, siempre es un hogar.